Música. La clave para la transformación educativa de México.
Así es querido lector, leyó usted bien. La música como clave de la transformación educativa de México. Sé lo que está pensando: ¿por qué la música y no las matemáticas o la tecnología? ¿Por qué no la ciencia o la lingüística? La respuesta es muy sencilla: porque la música es incluyente e inherente al ser humano y en ella caben todas las disciplinas. Además es bien sabido que la música le gusta y le interesa a la mayoría de las personas, de todas las edades, de todos los ámbitos académicos, sociales, culturales y económicos. Si no me cree, pruebe escribir “beneficios de la música” en cualquier buscador de internet, verá que encontrará cientos de millones de resultados. En todas las épocas históricas y prehistóricas la música ha acompañado al ser humano. No existe un sólo grupo de personas -llámese tribu, comunidad, aldea, ciudad o civilización- que no haya hecho de la música una parte importantísima de su vida. Lo que me va a faltar es espacio para darle más y más pruebas de que la música puede ser la clave de la transformación educativa en México y el mundo.
Para empezar, la música posee una flexibilidad única para ser abordada desde cualquier disciplina o emoción, y esto la hace muy especial. Es como una pieza de lego que “embona” con muchas otras piezas distintas a ella, o como un pegamento muy potente que puede mantener juntas disciplinas muy distantes. A través de la música podemos enseñar matemáticas aplicadas, diagramas de flujo, geometría, lógica, sistemas y algoritmos. Es a su vez un fenómeno físico y acústico, que nos permite acercar a los estudiantes a la ciencia y a la tecnología del sonido como la ecolocación, el procesamiento de señales, la espacialización sonora, etc. Simultáneamente la música lidia con técnicas y conceptos relacionados a la percepción, la memoria, las emociones, y la cognición, por lo que involucra temas de neurociencia, psicología, robótica, inteligencia artificial o neurolingüística. Es a su vez arte y cultura, por ello ayuda a los estudiantes a sensibilizarse y apreciar expresiones artísticas vitales para la vida en el ser humano.
Asimismo es un fenómeno colectivo y una industria, por lo que puede ser estudiada desde una perspectiva sociológica, mercadotécnica, comercial y, por ende, como un negocio. La música precisa el emprendimiento, tanto que muchas escuelas de negocio están estudiando modelos de liderazgo y creatividad provenientes de la práctica musical orquestal para adaptarlos a algunas compañías. La música es pensamiento, política, filosofía, historia, antropología y más. Le digo que en la música cabe todo. Y además de tener la capacidad de conectar con tantas áreas de conocimiento, la música enseña lo inenseñable. La música ha demostrado en un sinnúmero de estudios que aumenta la capacidad de concentración, estimula la creatividad, inculca valores de disciplina, constancia, trabajo en equipo, etc.; en ella se desarrollan mejor habilidades del lenguaje, ayuda a tener mejor psicomotricidad fina, mejora las habilidades espacio-temporales, entre muchos, muchos otros beneficios que no puedo poner en este artículo porque necesitaría decenas de páginas.
Un ejemplo real de esto son las palabras del premio Nobel de Medicina 2013, Thomas Südhof, quien en su discurso de agradecimiento comentó que todo se lo debía a su maestro de música Hervert Tauscher; “Quien me enseñó que la única manera de hacer algo bien es practicar y escuchar y practicar y escuchar, horas, y horas, y horas.”
Una aclaración breve, no estoy sugiriendo un país en el que todos nuestros estudiantes se conviertan en músicos profesionales. Si tuviésemos un sistema como el que propongo, algunos estudiantes encontrarían en la música su vocación y sería fantástico que la persiguiesen. Lo que argumento aquí es que la música sería el vehículo idóneo para capturar la atención de los estudiantes y canalizarlos a otras áreas de conocimiento como la ciencia, la tecnología, las humanidades, las ingenierías, (por mencionar algunas) aprovechando la curiosidad innata hacia la música que casi todos los seres humanos compartimos. Para entender esto mejor, le propongo una metáfora. Imagine a la educación musical como un aeropuerto. La música es este punto de encuentro donde las distintas disciplinas convergen, como aerolíneas diversas, y usan la música como punto de transferencia para concluir o iniciar viajes rumbo a otros destinos. Una vez que los estudiantes se congregan como pasajeros en el aeropuerto de la música, pueden emprender viajes diversos, abordando distintas disciplinas y adoptando direcciones distintas. provistos con las habilidades creativas, cognitivas y emocionales que induce y refuerza la educación musical.
¿La idea le parece descabellada? Piénselo otra vez o al menos otórguele el beneficio de la duda, porque no lo hemos probado. Basar la transformación educativa de México en la música no es una ocurrencia, otros países se están dirigiendo en esta dirección; por ejemplo Suiza que recientemente aprobó un referéndum nacional con un aplastante 72.7% de la población a favor de una modificación constitucional que consolida la formación musical en la educación básica de todos los niños Suizos. O Venezuela que se nos adelantó al ser pionera del aplastante éxito del “Sistema” de orquestas infantiles que ha sido exportado a decenas de países en el mundo; y a lograr que la educación musical sea un derecho constitucional para toda su población.
Pero para que esto suceda, necesitaríamos tener un sistema de educación valiente, que se atreva a realmente innovar y no sólo haga copiar/pegar a partir de otros sistemas. Necesitamos, en cambio, un sistema seguro de que las humanidades, las ciencias y las artes se complementan y son parte de una educación balanceada, humanista, científica y técnica al mismo tiempo. Un sistema que esté convencido de que la música es, además de una forma de expresión inherente al ser humano, un vehículo de la política, el pensamiento, la lógica, la tecnología y la innovación. Desgraciadamente estamos muy lejos de esta realidad. Seguimos careciendo de la seguridad necesaria para proponer lo que otros no han propuesto. ¿Cuándo nos vamos a atrever a hacer las cosas diferentes? ¿Cuándo vamos a ejercer nuestra autonomía intelectual? ¿Cuándo vamos a proponer medidas audaces y asumir riesgos para ofrecer mejores resultados a nuestros jóvenes?
Y no es sólo culpa del sistema de educación. También los músicos no hemos sabido enseñar música. La manera tradicional de enseñarla se ha quedado totalmente obsoleta. Cuando yo estudié música en la primaria y secundaria no me gustaba la clase de música, aunque amaba la música y tenía algunas facultades para la misma. ¿Cómo puede ser esto? La realidad es que aunque hoy autorizaran en nuestro país una reforma constitucional semejante a la de Venezuela, no tendríamos suficientes maestros de música bien capacitados para lograr un cambio. A sustancial. Primero tenemos que capacitar a buenos profesores, para que sean capaces de enseñar música de manera inter y transdisciplinaria, que se vincule naturalmente a otras disciplinas y al mismo tiempo que ayude a formar nuevos músicos que puedan seguir este círculo virtuoso.
Habiendo dicho lo anterior, tengo mucha esperanza en el cambio que advierto y veo que hay personas en el país que comparten esta visión. Ojalá algún día tengamos la valentía de implementar una transformación educativa basada en la música, con un enfoque inter y transdisciplinario en las aulas. Es arriesgado, sí, pero vale la pena intentarlo y quizá aspirar a que otros países nos copien y no al revés. Que no se le olvide, querido lector, que en la música caben todas las disciplinas, opiniones y sobre todo, cabemos todos.
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Edgar Barroso email: edgar@covolucion.com
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