En el futuro, todo lo que pueda ser automatizado o mecanizado por una máquina, robot o código, lo será. Hoy podemos ver robots industriales construyendo automóviles casi de manera autónoma; avistamos drones llevando paquetes a domicilios particulares; experimentamos con autómatas de laboratorio que colaboran entre sí, construyen muros o exploran minas; nos transportamos en los primeros autos que se conducen solos; empleamos máquinas que pueden recolectar uvas o fresas sin maltratar los frutos; usamos cotidianamente cajeros automáticos, bancos en línea y software para gestionar impuestos; compramos en la internet; confiamos en aplicaciones inteligentes que nos ayudan a monitorear nuestra salud; recurrimos al big data para entender mejor nuestros comportamientos como consumidores y ciudadanos; y hacemos muchas otras cosas que parecen salidas de una novela de ciencia ficción. Todo esto suena como algo inverosímil, pero realmente sólo es el principio. Por eso, detengámonos a pensar en el tipo de empleos que se han perdido y se perderán al ritmo de estos avances; todos ellos tienen una característica común: no se consideran empleos creativos, sino repetitivos.
La creatividad aún conserva una ventaja frente a la tecnología y su efecto sobre el mercado laboral, no obstante los avances de la inteligencia artificial aplicada a la optimización de actividades que solían ser realizadas por humanos. Esta ventaja se debe a que la tecnología todavía está hecha para realizar actividades repetitivas y optimizar el procesamiento de datos: aún es más eficiente que creativa, y faltan algunos años -no sabemos cuántos- para que iguale o supere la flexibilidad y versatilidad del cerebro humano.
Dado lo anterior, podemos comprender que la creatividad tenga una importancia central, ante los retos locales y globales que enfrentamos actualmente. Éstos se resumen en el hecho de que nos estamos acabando el planeta: somos siete billones de personas -más que nunca- y estamos lejos de resolver problemas como la pobreza, la desigualdad, la injusticia, nuestra reacción ante la velocidad de los cambios socioeconómicos y la necesidad de adaptarse a ellos de manera natural y eficiente. Ante estos retos, la creatividad se destaca como la habilidad humana que puede salvarnos ahora tanto como lo ha hecho en el pasado. Y es que en el mundo actual, y aún más en el futuro, la creatividad puede ser practicada deliberadamente en cualquier disciplina (ingenierías, leyes, finanzas, negocios, humanidades, etc.): no es exclusiva de las artes o las humanidades, como nos lo hizo creer la industrialización. También creo que podemos estar de acuerdo en que, si bien algunos elementos de la creatividad son innatos, ésta puede y debe ser fomentada en las instituciones educativas.
Ahora, sabiendo todo esto, ¿por qué no incentivamos la creatividad en los salones de clase de todos los niveles educativos?
Uno de los principales problemas de incluir y fomentar el pensamiento y la acción creativa en las escuelas, radica en la incapacidad de evaluarla de manera estandarizada. Si pudiésemos hacerlo, seguramente enfrentaríamos una contradicción evidente, porque ser creativo se trata de encontrar maneras de reflexionar, pensar, analizar, crear y resolver problemas o retos de maneras únicas, que estimulen nuevas formas de pensamiento individual y colectivo. Y, no obstante, deberíamos afrontar este reto que plantea la creatividad al sistema educativo, pues todo parece indicar que la habilidad de encontrar nuevas y mejores soluciones mediante procedimientos innovadores, será una de las habilidades más apreciadas y buscadas en cualquier actividad o nicho de empleo al que se quieran dedicar nuestros hijos, nietos y bisnietos.
La cuestión es que hemos de convertirnos en maestros creativos, que entienden la necesidad de formar creadores e innovadores, y enfrentarlos provechosamente al mundo que tanto los necesita. Desafortunadamente, la docencia actual está orientada a enseñar contenidos preestablecidos, problemas que tienen una respuesta estandarizada -del tipo x = 12- o soluciones de opción múltiple; además, muchos de los contenidos académicos que se ofrecen en nuestros salones de clase son olvidados rápidamente por los alumnos, porque no tienen una relación con la realidad cambiante que enfrentan nuestros graduados. Claro, es más fácil venir a clase cada día y dar los contenidos de siempre, en muchas ocasiones rígidos, obsoletos, inútiles y peor aún, desmotivadores para los estudiantes; pero eso sí, más fáciles de calificar.
Nuestro sistema educativo falla al no pasar la línea que media entre aprender algo para crear, y aprender lo suficiente para pasar un examen. Sería muy interesante que pudiéramos basar nuestro sistema en la curiosidad del alumno, en enseñar con preguntas y no con afirmaciones: en aportar retos, donde los alumnos quieran averiguar de manera individual y colectiva, preguntándose cuál es el conocimiento que necesitan para entender, explicar y, sobre todo, actuar de manera creativa con el conocimiento que adquieren. Un sistema de educación que revalore el papel fundamental de la cultura y las artes, áreas que ayudan tremendamente a desarrollar capacidades de abstracción e imaginación, asociativa y estructurada. Me refiero, pues, a una educación que se preocupe más por habilitar que por calificar a los alumnos.
Hoy no es suficiente aprender contenidos, hay que utilizar ese contenido para crear. Es necesario aumentar la motivación y la conciencia de sí mismo en el estudiante, para ayudarlo a fortalecer un pensamiento flexible y original, que lo impulse a tomar riesgos innovadores y hacer preguntas que desafíen el núcleo del status quo, con la capacidad de imaginar no sólo una alternativa de solución a un problema, sino resultados alcanzables, viables y deseables para la sociedad.
La mejor herencia que les podemos dejar a nuestros hijos no son los conocimientos, es la capacidad de imaginar formas para cambiar su entorno de manera positiva, y para eso van a necesitar ser creativos. El mundo necesita “hacedores-innovadores”, que salgan al mundo y nos muestren cómo hacer que este planeta sea más justo, más sustentable, más humano. Porque, claramente, mi generación o la suya -si nació antes de 1985- tiene una deuda muy grande en ese departamento, y nuestra única esperanza es dar a los jóvenes todas las oportunidades y herramientas que tenemos a nuestro alcance. Pues, mucho de ser adulto se trata de eso, de ayudar a los jóvenes.
Dr. Edgar Barroso
Edgar Barroso comunidad de Facebook
Twitter: @edgarbarroso
El desafío es grande y constante, mas inyecta una pasión que nos dota de la adrenalina necesaria para seguir esa chispa inspiradora.
Como maestra, me sigue cautivando la forma en que los medios tecnológicos han potenciado los talentos de varios jóvenes que conscientes sus “gustos” (metas que aún requieren cimentar, pero que ya uno puede visualizar sin duda alguna) nutren de forma vigorosa y proyectan sus pensamientos y sentimientos de una forma más compleja y divertida… más original. Los jóvenes no tienen miedo de volar, sólo requieren que alguien crea en ellos y esa gama de proyecciones se concretaran en una cosecha de éxitos.
Alguien me dijo alguna vez, “SU MIRADA BRILLA DE UNA FORMA DIFERENTE Y NO PUEDES EXPLICAR CÓMO LO HICISTE, PERO NO HACE FALTA PORQUE LA CHISPA ES FUERTE”.
Gracias por tus palabras y mucho ÉXITO!!
Vianney Aguirre
Hola Edgar, estoy de acuerdo con lo que escribiste en este artículo, he tenido el gusto de estar en dos de tus conferencias en León, Gto. Y te felicito me da gusto continúes con la importantísima labor de inculcarnos lo importante que es la Innovación y la Creatividad, no se si me recuerdes yo soy Director Comercial de Indica Innovación empresa en que hacemos Planeación Estratégica en base a la Innovación y Creatividad, ayudamos a las empresas a redefinir su futuro próximo. Ahora durante este año reinicie mi labor docente y estoy completamente de acuerdo en tus conceptos y visión sobre la Educación en México. Estoy a tus ordenes en lo que te pueda aportar para lograr ese cambio, también estoy muy interesado en participar en la campaña de donar 60 min a la semana a mi gran país que es México. Un abrazo y que continues con tus éxitos y no dejes de avisarme cuando vengas a León para escucharte y saludarte.