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Momento Helvético II – Castillos.
Este fin de semana vine a Lugano a un concierto en donde el gran acordeonista Gabriele Marangoni interpretaría mi pieza “Metric Expansion of Space” para acordeón solo. Junto con mi novia Ulla tomamos el tren y fuimos. Cruzamos una parte pequeña de los Alpes que siempre es un placer y el concierto salió muy bien, cenamos al más puro estilo italiano a las 12am y nos fuimos a nuestro hotelito Ibis (bueno, bonito y barato).
Al día siguiente nos fuimos a Bellinzona (Ticino), una pequeña ciudad también en el lado italiano de Suiza, famosa por tener varios castillos y que está además en camino al que es nuestro hogar ahora: Zurich.
El castillo era muy impresionante. Me sentí como en un set del “Señor de los Anillos”. Empezamos subiendo por un elevador y cuando llegamos al patio terminamos por quedarnos atónitos de la belleza. Me imaginé cuantas bodas, fiestas, banquetes se realizaron en esos jardines. La idea de la “realeza” es totalmente ajena a mi entorno. Hasta ese momento todo era belleza.
Sin embargo, lo más que veíamos con detalle el castillo, y Ulla me explicaba de la historia medieval, los usos de las torres, las murallas, etc. la belleza se iba transformando en un sentimiento muy diferente, de horror. Pensé, un castillo es en realidad arquitectura bélica. En otras palabras están diseñados para matar. Vimos los calabozos donde seguramente torturaban o interrogaban a prisioneros, toda la estructura de las murallas son lugares para que puedas disparar más “cómodamente” al enemigo. Incluso las puertas tienen un “hoyito” del cual podría salir aceite hirviendo, una lanza, una bala, etc.
Finalmente el castillo me hizo agradecer que ya no vivimos en épocas medievales donde un reino invade a otro. Que nuestra arquitectura ya no es en general bélica. Pecando de optimista, me alegra mucho saber que vivimos en un mundo mejor que hace 800 años. Que a pesar de todas las injusticias actuales, sí estamos mejor que antes y que nuestros hijos y nietos van a vivir en un mundo mejor al que tenemos ahora. Que ya de por sí es bellísimo.
Me pone de buenas que a pesar de todo, hay evidencia de que los humanos (la mayoría) cada vez viven mejor. Que el futuro será constantemente mejor que el presente. Si me equivoco, no me lo digan, prefiero vivir ingenuo y optimista que poseedor de la verdad y en el hoyo.
Entiendo que la vida tiene cosas “buenas” y “malas” y hay que estar listos para enfrentar nuestros problemas que todos tenemos y son parte de la vida. Los castillos nos recuerdan que hay que protegerse y estar listo para lo que te tira la vida, pero al mismo tiempo que ya no son necesarios. Que su uso es obsoleto, y ahora no son más que museos porque los humanos implemente nos llevamos mejor. Ya tenemos tiempo tirando murallas que nos dividen, ojalá esta tendencia continue por muchos años. Espero que en el futuro la arquitectura nos una, nunca nos separe. Ya no más.
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